Mensaje Inicial
Muy buenas a todos! Koheix aquí, esta vez les traigo un pequeño cuento que publiqué en la página de Facebook oficial, donde podrán encontrar pequeños relatos redactados por mí. Asegúrense de seguirme allí también, y gracias por todo su apoyo!!
[Aurora Boreal]
Ya hacía un clima frío en aquel pueblo en donde vivía, pero eso no detuvo nuestros intentos de ir a buscar algo para la pesca. Llevábamos por lo menos un par de días sin lograr comer absolutamente nada, y por reacción natural nuestro cuerpo estaba exhausto pues estaba acostumbrado a comer diariamente.
Empecé a preocuparme cuando vi que lentamente el lago se iba congelando. Los peces solían migrar a aguas más cálidas por el río, y por tanto el lago iba a estar completamente sin comida para nosotros. Se lo hice saber al capitán de caza, pero no me hizo mucho caso. En fin, mientras ellos seguían intentando pescar, yo logré escabullirme y fui al bosque, donde logré cazar un ciervo grande, que con suerte alcanzaría para alimentar al pueblo.
Por otro lado, en la pesca lograron con suerte sacar un par de pescados, que tan sólo alimentaría a uno o dos niños. La gente empezó a llenarme de halagos, mientras que el capitán de caza me miraba con desprecio y odio. Noté por su mirada que él quería llevarse la "gloria", y que quería que estos halagos y elogios fueran dirigidos a él. Noté que empezó a guardarme un fuerte rencor.
Pero esto era por necesidad, no por fama. Parece que él no lo entendía. Para aprovechar la mayor cantidad de carne, decidieron atar al ciervo y los peces sobre un palo a la hoguera, donde se cocinarían lentamente, pero el resultado fue exquisito. Nosotros éramos un pueblo pobre y no podíamos permitirnos comprar papas u otro tipo de suministros a los pueblos y ciudades más grandes, así que teníamos que arreglarnosla por nosotros mismos.
El jefe de caza me prohibió salir del grupo, estaba bien, lo aceptaba. Fui a pescar con ellos y para variar no logramos obtener mucho... Yo con suerte logré agarrar un pez grande, aunque me congelé en el intento. Nuevamente, me felicitaron a mí, y esta vez se enojaron con el jefe de caza por no permitirme cazar animales de tierra nuevamente.
Finalmente el jefe de caza desistió y organizó 2 equipos, uno de pesca y uno de caza, me puso a mí a cargo del grupo de caza mientras él dirigiría al grupo de pesca. De esta forma empezó una especie de competencia entre ambos grupos. Les enseñé a los de mi grupo a usar arco y flechas, lanzas, dagas y hachas para cazar. Los chicos eran hábiles y aprendieron bastante rápido a usarlas.
En un par de horas, ya estábamos cazando, y gracias a tener un grupo conmigo, logramos cazar 3 venados, 2 conejos y una liebre. Por otro lado el equipo de pesca logró atrapar muchísimos peces, era increíble, como si luego de que yo y mi equipo nos fuéramos, los peces hubieran vuelto al lago por alguna razón. La gente empezó a dividirse, y ahora había un sector que prefería a la gente de pesca, y otro que prefería al equipo de caza.
Una vez, decidí dejar a mi equipo en una zona de caza donde solían pasar ciervos, venados y liebres, mientras yo iría a explorar el sector contrario para ver si lograba encontrar un buen lugar de caza, en lo que veo a una chica siendo atacada por un bisonte. No me quedé mucho tiempo mirando y me acerqué, enterrándole la lanza en el costado, el bisonte inmediatamente me dió un golpe fuerte en el brazo y fijo su vista en mí.
Yo, herido y, por lo que parecía, con un brazo roto, decidí tomar mi arco y apuntar como podía, logré darle en un ojo, pero el venía directo a arrollarme. Me quité ágilmente del camino y le enterre el hacha en la cabeza, finalmente matándolo. Rendido me tendí sobre la nieve, vi cómo esa chica, tímidamente se acercaba. Abrigada bajo una linda chaqueta de cuero y lana, muy abrigada, me atendió y me vendó el brazo y mis heridas, fue bastante amable y, luego de acercar junto a mí el bisonte al pueblo, me llevó a su hogar donde me dejó reposar un tiempo.
Ella era de un pueblo un tanto más lejano, dijo que estaba allí porque se perdió y separó del grupo, pero que logró hallar las huellas por dónde ellos se fueron y las siguió para llevarme hasta su hogar. Ella tenía una piel blanca, una cara bastante tierna y amable, me enamoré al instante.
Su hogar era cálido, y las personas fueron bastante amables conmigo, hasta que salió a la luz cierta pregunta que cambiaría todo para bien o para mal: "De dónde eres?". Les dije el nombre de mi pueblo y sus expresiones cambiaron, aunque intentaron ocultarlo, pero noté que tenían cierto rencor con los de mi pueblo.
Nos prohibieron vernos y juntarnos más, pero ella y yo no queríamos separarnos, queríamos seguir viéndonos y conociéndonos mejor. El camino entre los pueblos era algo distante y junto al río donde solían pescar ambos pueblos. Decidimos encontrarnos todas las noches a medio camino y observar el lago y las estrellas mientras hablábamos de la vida. Ella estuvo de acuerdo y nos separamos, no sin antes ella me diera un cálido beso en la mejilla, me ruboricé obviamente, y me fui con una linda y agradable sensación de vuelta a mi pueblo.
Al llegar todos preguntaron por mi brazo y el bisonte, les dije que me lastimé mientras cazaba al bisonte, pero que tomé parte de una prenda vieja que tenía y las usé de vendas. Afortunadamente me creyeron y la vida continúo, pero esta vez yo no podía ayudar al grupo de caza, así que sólo los dirigía. Empecé a cumplir la promesa, cuando daba la medianoche, me escabullía silenciosamente por la ventana de mi habitación para ir a encontrarme con esa bella chica.
Lyh, un nombre maravilloso, la verdad. Pasaron días y días que siempre me escabullía para ir a verla y estar con ella un tiempo. El dolor en mi brazo no era nada con tal de ver su bello rostro, suy radiante sonrisa. Al cabo de una semana, podía empezar a mover mi brazo, pero no del todo, necesitaba reposo. Pero no podía, yo seguía yendo a ver a Lyh cada noche.
Una vez estábamos hablando sobre las estrellas y contando anécdotas de nuestro pasado. Ella reía de una forma muy tierna y maravillosa. Entonces, ella me pregunta:
— Oye Andrew... — Dijo mientras miraba al cielo, con una notoria sonrisa en su rostro — ¿Yo te gusto? — Noté un pequeño rubor en sus mejillas, aunque no sabía decir si era por la pregunta, por los nervios por la respuesta o por el frío que hacía.
—Si... mucho... jamás puedo dejar de pensar en ti... — respondí sin dudar mucho de mi respuesta. No fue hasta que me detuve a pensar que me ruboricé a más no poder, ella simplemente rió y respondió:
—Ah sí? — Luego simplemente volvió a reír dulcemente.
Seguíamos juntándonos todas las noches, pero esta vez, poco a poco éramos más afectuosos, empezamos a abrazarnos, aunque cuidadosamente por mi brazo, empezamos a despedirnos con pequeños besos en la mejilla. Parecía que nada podía ir mal. De no ser...
Tras un par de meses de estar viéndonos, mi brazo finalmente sanó y esta vez el grupo de caza se iba a recomponer, seguíamos trayendo presas grandes, pero no con tanta abundancia como cuando yo podía trabajar. Una vez me reincorporé, logramos cazar un oso, dos bisontes (Ya que al fin había obtenido una buena experiencia con lo que pasó con Lyh), venados y muchísimos conejos. Decidimos parar un tiempo con la caza, ya que teníamos bastante carne almacenada y aparte queríamos que la fauna se recomponiera.
En fin, al parecer el grupo de caza volvió a ser el triunfante y el jefe de pesca empezó a tomarme un rencor mucho más grande cada vez. Una vez decidió quedarse despierto para ver si podía pillarme haciendo algo que no debería, entonces no tuve de otra que ver cómo pasaba el tiempo mientras él seguía espiándome. La espera era interminable... 00:30... 1:00... 2:00... él simplemente no se cansaba, me empecé a preocupar muchísimo por Lyh.
No fue hasta las 4 de la mañana que el tipo finalmente se quedó dormido (que pude verlo por la ventana) y yo logré escabullirme nuevamente, fui corriendo hasta el lugar de encuentro y vi a Lyh, que estaba en el suelo, dormida, al verla, noté que unas pocas lágrimas se habían congelado en su tierna carita. Yo, con pena, le quité esos pequeños trozos de hielo, la abrigué y la recosté tiernamente, no podía cargarla a su pueblo de nuevo, pues su familia me advirtió que no podíamos volver a vernos, o de lo contrario me considerarían enemigo y me atacarían con armas...
Recordé a mi papá construyendo poco a poco nuestra casa, cómo hizo cada habitación, así que no se me ocurrió mejor idea que tomar su ejemplo y, tomando mi hacha que había llevado conmigo, pues olvidé quitarme mi cinturón de caza, talé unos cuantos árboles del bosque cercano y empecé poco a poco a construir una choza. Lyh descansaba tranquila, respirando muy tierna y levemente, con mi abrigo encima.
Tardé un par de horas, pero logré hacer una pequeña casa, donde coloqué mi abrigo a modo de cama y la recosté para luego arroparla, ella estaba tranquila y al parecer mejor. Hice una pequeña fogata para abrigarnos más, el refugio era muy pequeño, pero cumplía su función. Me aseguré que el fuego estuviera lo suficientemente lejos de la madera como para no quemar el refugio pero que nos abrigara bastante.
Cuando me aseguré de que ella no corriera peligro, alejando un poco más la fogata, que estaba claramente al aire libre, regresé a mi hogar, me escabullí por la ventana y me quedé dormido.
Al otro día, desperté algo tarde, y tenía cara cansada claramente. Todos a mi alrededor lo notaron y me preguntaron por ello, a lo que yo respondía que el estar cazando tanto me había agotado.
Le había dejado una nota a Lyh, para que supiera la razón de mi tardanza, ella lo comprendió y me dejó una nota al irse: "Volveré en 1 mes, sí? A medianoche, no lo olvides!"
Por supuesto fue algo doloroso, pero lo entendía. Entonces se me ocurrió una idea: Crearía mi propio pueblo, mi propia tribu donde yo sería el líder. Entonces, empecé a escabullirme en las noches y cada vez, iba construyendo y creando pequeñas chozas, que fui convirtiendo en casas y así por todo un mes. Mientras más chozas hacía, más fácil se me hacía crearlas, y empecé a extender las casas del mismo modo que mi padre cuando le quise ayudar a construir.
Poco a poco terminé construyendo un pequeño pueblo, con una pequeña plaza y parque con vista al lago. Entonces, un día, huí de casa sin decirles a nadie cómo o por qué me había ido, tan sólo un "Adiós". Todos en el pueblo empezaron a preocuparse obviamente, ¿qué harían ahora que el mejor cazador, y el único que les traía comida se había ido?
En fin, yo empecé a cazar y almacenar comida esperando el regreso de mi amada mientras construía alegremente mi pueblo. Una vez ella volvió, noté que estaba algo golpeada, al parecer descubrieron que se escapaba, por quedarse dormida aquella vez, y la golpearon por desobedecer órdenes. De que de no ser que su padre era el jefe de la aldea, la habrían matado o exiliado. La crueldad del mundo me dolió tanto, que decidí ser firme al regir mi propio pueblo.
Ahora ella y yo empezamos a vivir juntos, la cuidé y alimenté, ella sabía pastorear y cuidar ovejas y ganado. Poco a poco fuimos consiguiendo muchísimos recursos. Poco a poco, en ambos pueblos (el mío y el de ella) empezaron a surgir rumores de que un tercer pueblo se había fundado a mitad del camino, que al parecer era una nueva tribu, pacífica y que tenía muchísimos recursos.
Yo y Lyh decidimos construir juntos una muralla de piedra para proteger nuestro pequeño pueblo. Poco a poco se nos iba uniendo gente de ambos pueblos, y algunos nos ayudaron con las murallas.
Un día, el resto de las tribus, tanto los seguidores del Jefe de Pesca y los seguidores del Padre de Lyh llegaron a las puertas de nuestro pueblo, a quienes no dejamos entrar, pues nuestro pueblo regía bajo la paz, las rivalidades y rencores se fueron dejando atrás y todos los habitantes se conocían y ayudaban mutuamente. Habían pescadores, cazadores, pastores, leñadores, mineros e incluso comerciantes que llegaron a nuestro pueblo.
El jefe de Pesca nos miró con repudio y se devolvió a su pueblo, aunque parte de sus seguidores decidió quedarse con nosotros. Así mismo pasó con el padre de Lyh. Luego del paso de los meses, ya por necesidad, ambos jefes y seguidores de sus pueblos llegaron al nuestro, donde aceptaron vivir bajo nuestras órdenes. Esa noche hubo un festejo, todos celebramos a vivas llamas, y yo en un momento de la noche, tomé la mano de Lyh y la conduje hasta el parque que había construido sólo para nosotros dos.
Le acaricié suavemente la mejilla, y, mirándola dulcemente, le dije..
— ¿Quieres ser mi novia? —
Ella se ruborizó y, con una tierna y feliz sonrisa en su rostro...
— ¡Sí! ¡Claro que sí! ¡Me encantaría! ¡Llevaba esperando este momento por muchísimo tiempo!
Le tomé tiernamente sus manos y, acercándome, la besé suavemente en los labios. Fue el momento más maravilloso de mi vida. La verdad, quería que durara por siempre. A medida que los segundos en el beso pasaban, podíamos sentir luces por el rabillo de nuestros ojos cerrados. Cuando abrimos nuestros ojos y miramos al costado, vimos una hermosa Aurora Boreal cubriendo lentamente el lago.
Fue un momento mágico, majestuoso. Nos quedamos maravillados, y, tomados de las manos, fuimos donde nuestros padres, donde declaramos oficialmente que éramos pareja.
Ellos no tuvieron de otra que aceptarlo pues, pese a las fuertes rivalidades, la necesidad que tenían era real. Y tuvieron la suerte de que aceptáramos que se incorporaran bajo estrictas reglas. Si hubieran hecho algo, hubieran sido expulsados de inmediato por los guardias.
A partir de ese día, empezamos a vivir felices nuestros días juntos.